Los Sesenta en California de Joan Didion: una Narrativa de la Fragmentación

La fragmentación de los sesenta desde la mirada de Joan Didion. El movimiento hippie, la experimentación con drogas y los asesinatos de Charles Manson.

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Joan Didion escribe desde California, desde los '60. Es ella quien relató, en su particular estilo, la década que cambió la fisionomía norteamericana, desde el lugar que se convertía en el centro de lo que sucedía. En la California de Joan Didion hay hippies adolescentes, hay drogas, hay asesinatos, hay revueltas estudiantiles, hay barrios decadentes en Hollywood, hay piscinas y hay autopistas. En la California de Joan Didion hay un clima frágil, una sensación de colapso nervioso y una certeza de que el mundo como se conocía estaba por desmoronarse.

Joan Didion es una gran, gran figura de la literatura norteamericana. Una mujer que nació y creció en Sacramento, California, que se trasladó a Nueva York a trabajar en Vogue y que luego volvió a California con su marido, el también escritor John Gregory Dunne. En 1968 Joan Didion publicó una recopilación de ensayos a los que llamó «Slouching Towards Bethlehem» en honor a un poema de Yeats. Ese es también el nombre del ensayo central del libro, publicado originalmente en The Saturday Evening Post en septiembre de 1967. En él Didion relata de forma fragmentada la vida de unos cuantos adolescentes en el barrio de Haight and Ashbury en San Francisco. La intersección de dos calles que se convertía en el epicentro del movimiento hippie. El artículo y el libro la convirtieron de inmediato en un icono cultural, en la voz que narraba cómo un mundo se descomponía para dar paso a otro, ese otro aún incierto.

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Las frases con las que Joan Didion comienza sus ensayos han quedado grabadas en los anales de la cultura norteamericana. Joan Didion además tiene una forma particular de relatar que contiene tanto un frío desapego como una subjetividad, igualmente fría, pero que expone la intimidad de la escritora. Slouching Towards Bethlehem comienza así (mantendré las citas en el idioma original para poder apreciar su belleza literaria)

«The center was not holding. It was a country of bankruptcy notices and public-auction announcements and commonplace reports of casual killings and misplaced children and abandoned homes and vandals who misspelled even the four-letter words they scrawled.»

Rápidamente entendemos el estado de desorden, de desorientación.

«Adolescents drifted from city to torn city, sloughing off both the past and the future as snakes shed their skins, children who were never taught and would never now learn the games that had held the society together»

Esta frase sublime, indica la profundidad de la transformación que estaba viviendo la sociedad norteamericana. Es el fin de los antiguos valores, de ser un buen vecino y un buen ciudadano, del apoyo de la familia, de una sociedad cohesionada. Era el fin de los principios con que Joan Didion había crecido. Ese presente en los años '60 en California, representaba el comienzo de la fragmentación, de la atomización cultural, de la postmodernidad.

En su reporte sobre lo que sucedía en el barrio de Haight and Ashbury, donde aún hoy puedes ir a comprar souvenirs psicodélicos, nos encontramos con adolescentes que han dejado su vida de suburbio en un pueblo cualquiera del Estados Unidos profundo, para liberarse de todo pasado, de los estrictos códigos morales de sus padres para tener una vida groovy. La mayor parte del tiempo Didion la pasa con un grupo de jóvenes de entre diecisiete y veinticuatro años, cuya mayor preocupación es cocinar comida macrobiótica, conseguir buen LSD, fumar hierba e ir al Golden Park a escuchar a alguna banda. Son jóvenes que literalmente han abandonado su casa y su familia, sin mirar atrás y sin mandar señales. Hablan de ir a vivir en alguna de las tantas comunidades que se han ido formando en la California rural y así vivir de la tierra, que les dará verduras y marihuana; todo lo que quieren necesitar.

La experimentación con sustancias está en su apogeo. Desde el amado LSD, a inyectarse crystal meth, a tomar STP (una sustancia parecida al LSD pero más suave), también anfetaminas, que se estaban vendiendo en grandes cantidades para contrarrestar el mal viaje que los LSD de baja calidad estaban ocasionando. También había heroína para contrarrestar el mal viaje que el exceso de crystal meth podía producir. El momento cúlmine de esta constante experimentación sucede hacia el final del artículo, cuando Joan Didion visita la casa de una niña de cinco años llamada Susan que está en ácido. Hace un año que su madre le suministra LSD y peyote.

Pero Joan Didion nos deja claro que esto no se trata de rebeldes sin causa buscando drogarse. Había una causa; un romanticismo asociado a una sociedad quebrada que no logró mantener el contrato social para las nuevas generaciones, ni tampoco darle las herramientas para crear uno nuevo.

«We were seeing the desperate attempt of a handful of pathetically unequipped children to create a community in a social vacuum. Once we had seen these children, we could no longer overlook the vacuum, no longer pretend that the society’s atomization could be reversed.»

En 1979 Joan Didion publica su segundo compendio de ensayos The White Album, donde cierra con maestría su relato significante de los sesenta en California. El ensayo The White Album, que es el más destacado de este nuevo libro, también comienza con una frase que cala hondo.

«We tell ourselves stories in order to live», continuando «Or at least we do for a while. I am talking here about a time when I began to doubt the premises of all the stories I had ever told myself, a common condition but one I found troubling».

Un poco más adelante nos transcribe su propio informe psiquiátrico del tiempo que pasó en St John’s Hospital en Santa Monica en el verano de 1968, luego de un ataque de vértigo y náuseas. El test de Rorschach que le aplicaron interpreta su estado mental como una personalidad en proceso de deterioro y una creciente inhabilidad del ego para lidiar con la realidad y el estrés normal. A lo que ella comenta, con la distancia en la que escribe estos sucesos en 1978:

«By way of comment I offer only that an attack of vertigo and nausea does not now seem to me an inappropriate response to the summer of 1968.»

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En los años que describe en The White Album, que también son en los que escribe Slouching Towards Bethlehem, Joan Didion vivía en una antigua casona en Franklin Avenue, en una parte de Hollywood que había sido elegante y que en ese momento era pura decadencia. La enorme casa vecina de 28 dormitorios, que solía ser la embajada canadiense, se arrendaba sin muebles por uno o dos meses. Lo que la convertía en el lugar ideal para rock stars y grupos de terapia. En su casa de Franklin Avenue Joan Didion daba glamourosas fiestas con personajes de Hollywood; directores, actrices, productores. Fiestas que ella, en su estado mental ido y abstraído en sus propias intelectualizaciones, solo veía pasar. Una noche fue a ver cómo se encontraba su hija Quintana de dos años y encontró drogas esparcidas en el suelo de su pieza.

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The White Album se llama también el disco de The Beatles lanzado en noviembre del '68. La carátula es completamente blanca. Las canciones de The White Album fueron escritas en Rishikesh durante un curso de meditación trascendental dictado por Maharishi Mahesh Yogi. Este tipo de meditación busca la trascendencia, llevar la mente más allá del pensamiento. En blanco, igual que la portada. Y Joan Didion se refiere recurrentemente a esta época como una tábula rasa. Como en cualquier época llena de utopías, el pasado se ve como una imperfecta molestia que se debe eliminar. Quedar en blanco para reescribir los códigos ya podridos.

Los '60 en California están llenos de utopías, como los adolescentes hippies que sueñan con vivir de la tierra en comunidad o como la historia que relata Didion sobre el pastor pentecostal, Brother Theobold, que está convencido que viene el Apocalipsis y que Dios le ordenó que se llevara a su congregación desde California a Tennessee. O como un casi desconocido llamó a Didion desde Alabama para hablarle de la Cienciología, los E-meters y cómo se podía convertir en un Clear.

Pero todo terminó de forma abrupta. Para Didion los sesenta terminaron el 9 de Agosto de 1969 en el exacto momento cuando se comenzó a correr la voz sobre los asesinatos en Cielo Drive. Charles Manson junto a miembros de su secta, habían entrado a la casa del director Roman Polanski y de su esposa, la actriz Sharon Tate, asesinando a puñaladas a Tate de 8 meses de embarazo y a los 4 amigos con que se encontraba. La noche siguiente la «Familia Manson» asesinó a cuchillazos a Rosemary y Leno LaBianca.

Charlos Manson, quien acaba de morir este 19 de noviembre, era un ex-presidiario convertido en hippie, quien formó una secta, integrada principalmente por mujeres adolescentes, que vivían en comunidad en el Rancho Spahn cerca de Topanga. Charles Manson también era músico y llegó a trabajar con los Beach Boys. Entre festivales hippies y fiestas psicodélicas, Manson comenzó a reunir a sus seguidores, a quienes luego llamaría «La Familia Manson». La serie de asesinatos nació de su interpretación de la canción Helter Skelter del White Album de The Beatles, donde él creyó entrever un código secreto que hablaba de la venida de un Apocalipsis. Helter Skelter es una de las palabras que dejaron escritas con sangre en los muros de la casa de Sharon Tate Polanski.

Para Joan Didion lo más estremecedor de estos acontecimientos fue que nadie parecía sorprendido. El espiral de esquizofrenia, de paranoia, de fragilidad en la que se sentían viviendo en California en los sesenta, provocó que nadie se sorprendiera de que el loco gurú de una secta hippie, junto a un grupo de adolescentes perdidos, asesinara a 7 personas a sangre fría porque venía el Apocalipsis.

Los '60 de Joan Didion estremecen, inquietan, quiebran. Una sensación muy distinta al peace & love grabado en nuestra imaginería cultural. Joan Didion nos tiende la contraparte, la contraparte de una generación con la narrativa tan quebrada, con el código social tan quebrado, que puede sentir un camino seguro en seguir a un demente asesino. Y de hecho la narrativa social sí se quebró, la cohesión también. El código nunca volvería a ser unívoco. La fragmentación permitió que muchas otras visiones del mundo fueran válidas, fueran tomadas en cuenta en el relato. Con esto la atomización se volvería constante. La postmodernidad había llegado.

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